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La estiba no es el twist lock, la estiba es tu padre

  • Última actualización
    24 abril 2024 05:20

En el último reducto que la estiba portuaria creía tener a salvo de la automatización y de la robotización, la innovación ya avanza a pasos agigantados. José Llorca nos contó la semana pasada que el Fondo Puertos 4.0 está financiando el proyecto para desarrollar un robot que destrinca contenedores, de tal forma que, instalado en el spreader, es capaz de identificar el tipo de twist lock gracias a la visión computacional y, a continuación, accionarlo con la zarpa adecuada.

Todo lo “inimaginable” va a ser posible y nos pone en la senda de que prácticamente la totalidad de las acciones de estiba y desestiba de un buque podrán ser automatizadas y, lo más importante, antes o después todas esas acciones quedarán implementadas.

Es cierto que la oposición de los estibadores va a seguir siendo enorme y demostrarán una capacidad elevada para lograr la ralentización de esta automatización, en una lucha que nunca va a ser resignada.

Lo curioso es que en el resto de actividades manuales de la economía la automatización y la robotización nos invade en silencio y sin discusión. Desaparece la mano de obra porque desaparece la actividad y, por tanto, van a desaparecer muchas profesiones, tal y como ha sucedido en infinidad de ocasiones a lo largo de la historia.

Es el reconocerse, es el reconciliarse

Lo peor es que la profesión de estibador ni siquiera puede quedar reducida a la de artesano o a la de afición. Nadie conservará la actividad ni fruto del gusto por la belleza ni por el placer de descargar barcos manualmente como hobby. Pero aún así, insisto, en los muelles va a costar, y mucho, sencillamente porque el verdadero trasfondo de todo esto no es ni el twist lock ni qué o quién lo acciona.

Todo sería muy sencillo si esto se redujera a un twist lock o a una barra, a una pórtico o a una reach stacker, a un spreader o a un mafi, a un volante, un walkie, un patio o un cantil. Ni siquiera esto se puede reducir a los horarios y los turnos y tampoco a los salarios y los puestos de trabajo. Todo esto se puede negociar, todo es reconvertible e incluso obteniendo las mejores condiciones, que están al alcance de la potencia sindical que la estiba sigue conservando.

Ahora bien, en la estiba hay cuestiones innegociables y aspectos que por mucha reconversión que se aplique, por mucha recolocación que se logre y por mucha preservación salarial que se intente siempre conllevarán la profunda sensación de que el robot es un derrota.

Porque la estiba es mucho más que el twist lock. La estiba es el sol que cada día puedes ver salir y ponerse por el mar, es el chillido de las gaviotas, es el ulular del viento, es la lluvia, es el miedo y la mirada del compañero, es la camaradería, es la fraternidad, es el espíritu de equipo, es la mano tendida para subir y bajar, es el grito que evita el peligro, es el afán, por superarse, por superar, es la unidad, es la solidaridad, es la lucha por los derechos, es el compromiso, es la fe inquebrantable, es el peligro y convivir a su lado y ver cómo pasa rozando, es la identificación, es el orgullo de pertenencia, es el reconocerse, es el reconciliarse pero, sobre todo, la estiba es el amigo que un día encontraste y que nunca falla, la estiba es también la puerta que derribaste como mujer y que te refuerza en tus principios y la estiba es tu hermano, es tu abuelo, es tu padre, el que un día te llevó de la mano siendo un niño hasta el cantil, el que te mostró aquellas grúas que eran lo más alto que habías visto en tu vida, tu padre y su conversación diaria de preocupaciones laborales cuando se sentaba a la mesa, tu padre orgulloso de un hijo estibador y el hijo, orgulloso del padre.

Esto es lo verdaderamente profundo que morirá cuando la estiba cambie, esto es lo que se perderá y es este intangible tan profundo el que alimenta la resistencia y hará la transición aún más compleja... y yo lo entiendo.